Comunicación científica y política pública: oportunidades y desafíos para mejorar la interacción entre ciencia y sociedad

07/07/23

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Adrián A. Díaz-Faes. Investigador de INGENIO (CSIC-UPV)

La investigación científica es, hoy más que nunca, una labor colaborativa que ha de desempeñar un rol decisivo ante los grandes retos globales en torno al medio ambiente, la sanidad, la justicia social, la democracia o la educación. Desde la política pública hay una demanda creciente para impulsar la interacción entre ciencia y sociedad, con la idea subyacente de que los resultados de la investigación han de estar más claramente alineados con las necesidades de la ciudadanía y producir un mayor impacto social. Como respuesta parcial a esta demanda, la ciencia está dejando de ser concebida como dominio exclusivo de científicos y expertos altamente cualificados para reconocer que la ciudadanía no es mera receptora o usuaria del conocimiento, sino que también participa en su producción y difusión. Uno de los ámbitos en los que la interacción entre ciencia y sociedad presenta grandes oportunidades y desafíos para la política pública es el de la comunicación científica.

La comunicación científica no puede ser entendida únicamente como un proceso lineal y verticalmente estructurado en el que los científicos generan nuevos conocimientos, los periodistas científicos operan como intermediarios o mediadores, traduciendo el conocimiento científico a formatos accesibles que difunden a la ciudadanía y el público general, quienes consumen esta información de forma pasiva. Como resultado del acceso masivo a internet, la digitalización de la información científica, el acceso abierto a grandes volúmenes de datos y el auge de plataformas colaborativas y redes sociales, el interfaz de comunicación entre ciencia, sociedad y medios ha experimentado cambios profundos. Estos cambios se ven reflejados en la gran diversidad de actores involucrados en la comunicación de la ciencia, entre los que se incluyen, no solo científicos, periodistas, responsables políticos, asociaciones profesionales y educadores, sino también nuevos actores que se han convertido rápidamente en piezas relevantes en el engranaje de la comunicación científica (comunicadores, grupos de ciencia ciudadana y público general). Asimismo, el abanico de canales y fuentes de información ha aumentado notablemente, lo que se traduce en una gran diversidad de actores compitiendo por atención y visibilidad en entornos de información muy saturados.

A diferencia de la ciencia, que se rige por una estructura normativa expresada, según el sociólogo estadounidense Robert K. Merton, en forma de un ethos (un conjunto de valores que deben impregnar o inspirar la actividad científica), y del periodismo, donde existe una convención sobre verdad, objetividad y pluralidad, la diversidad de actores implicados en la comunicación de la ciencia hace que carezca de normas y principios éticos comunes. Como consecuencia, se acentúa la coexistencia de intereses, comportamientos y perspectivas muy distintas sobre las prioridades sociales y la forma de comunicar y debatir los hallazgos científicos, entre los que se incluyen la desinformación científica y el auge de fenómenos muy controvertidos, como el movimiento antivacunas y el negacionismo del cambio climático.

El surgimiento de las redes sociales ha favorecido la democratización de la comunicación científica y acelerado su difusión a escala mundial y en tiempo real. Sin embargo, también está poniendo en tela de juicio la naturaleza de la relación entre ciencia y sociedad, la participación de la ciudadanía, la forma en que el público general puede identificar información científica fiable y, en consecuencia, el proceso de comunicación científica. Ante este complejo panorama, una mejor comprensión de los procesos de comunicación científica, de su efectividad, actores, audiencias y temas socialmente relevantes emerge como una necesidad apremiante para el diseño de políticas científicas basadas en evidencia. Dicho de otra manera, en una sociedad hiperconectada, en la que coexisten una pluralidad de grupos sociales dispersos en distintas redes de comunicación, el reto consiste en reconocer cómo se distribuye el poder de comunicación entre los distintos grupos y el papel que desempeña cada uno.

Desde la ciencia pueden desarrollarse herramientas e indicadores que permitan monitorizar e informar acerca de los procesos de comunicación científica. Aunque a lo largo de los años han proliferado multitud de indicadores para medir la ciencia y la innovación, que han ido acompañados de manuales y recomendaciones (p. ej., Manual de Frascati), estos indicadores han prestado una escasa atención a los procesos de comunicación científica. Esto puede explicarse, en cierta medida, por la dificultad para recopilar datos sistemáticamente. Dicha situación ha cambiado drásticamente en los últimos años con las posibilidades que brinda la ciencia de datos, el surgimiento de proveedores de datos como Altmetric.com, Plum Analytics o Crossref Event Data, que recogen una gran variedad de actividades e interacciones en redes sociales y medios de comunicación en línea en torno a resultados de investigación, bases de datos como Overton y plataformas como EurekAlert!, que recopilan resultados propios de la comunicación científica tales como notas de prensa, entradas de blogs, informes políticos o artículos de difusión.

Mejorando nuestro conocimiento acerca de la comunicación científica y de las interacciones ciencia-sociedad en redes sociales podremos apoyar el desarrollo de políticas públicas que contribuyan a construir un sistema global de comunicación más abierto, transparente, inclusivo, colaborativo y sostenible. Tal conocimiento puede servir para diseñar estrategias de comunicación que pongan de manifiesto los beneficios e impacto de la investigación de la forma más efectiva para cada tipo de audiencia, informar acerca de la calidad de la comunicación científica (como, por ejemplo, el grado de correspondencia entre los hallazgos científicos y la información que se comunica) o reflexionar más acertadamente sobre el rol y compromiso social que los científicos hemos de tener como comunicadores. En definitiva, se trata de aportar evidencia que permita una interacción más productiva entre ciencia y ciudadanía.

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