El investigador de la Universitat Politècnica de València, José Capmany, obtiene una ERC Advanced Grant

12/04/17

El investigador de la Universitat Politècnica de València, José Capmany, ha obtenido una de las ayudas Advanced Grant 2016 del Consejo Europeo de Investigación (ERC, en sus siglas en inglés) por su proyecto UMWP-Chip, cuyo objetivo es diseñar, fabricar y caracterizar un chip fotónico universal, programable y multifuncional.  El proyecto recibirá 2’5 millones de euros y se desarrollará durante los próximos 5 años.

La “Advanced Grant” es una de las ayudas más prestigiosas en el ámbito científico internacional; con ellas el Consejo Europeo de Investigación reconoce la excelencia científica de proyectos capaces de ofrecer respuestas a los retos y desafíos de la sociedad a medio y largo plazo.

Según explica José Capmany, los sistemas de tecnología de la información y las comunicaciones (TIC) están creciendo a un ritmo impresionante en lo que se refiere a demanda de capacidad, número de usuarios finales conectados e infraestructura requerida.

Para hacer frente a este desafío, el investigador del iTEAM-UPV y premio Jaime I de Nuevas Tecnologías, explica que es necesario contar con una solución flexible y fácilmente escalable que permita interconectar los segmentos inalámbricos y fotónicos de las redes de comunicación. De esa manera se evita que se generen cuellos de botella en dicha transición que, de ocurrir, limitarían considerablemente la capacidad y ancho de banda disponibles.

“Lo que nosotros proponemos es un nuevo chip fotónico, con unas características totalmente novedosas, universal y programable. Estará fabricado casi en su totalidad en silicio, aunque incluirá también fosfuro de indio en los láseres. Permitirá responder, por ejemplo, a los desafíos que plantean las comunicaciones 5G o el Internet de las cosas; pero será útil también en otras muchas aplicaciones, como la conducción autónoma o en los dispositivos wearables”, apunta Capmany.

Tal y como explica el investigador del iTEAM-UPV, todas estas aplicaciones requieren de una frecuencia más elevada y, por tanto, es necesario reducir el tamaño de las antenas y de los circuitos asociados. En este caso se trata de hacer que el conversor que hay detrás de la antena, que es un chip de interfaz, sea lo más pequeño y compacto posible y que esté preparado para soportar las bandas de frecuencia actuales y futuras previstas en la quinta generación de sistemas comunicaciones móviles, conocido popularmente como 5G.

“Las aplicaciones de conducción autónoma necesitan de sistemas tipo radar, de radiolocalización que permitan ubicar la posición del vehículo y con esa posición y otros datos realizar la conducción de forma segura. Para ello necesitas ser capaz de recoger datos por radio, para que luego se procesen. Una vez recogidos por parte de la antena, la tecnología más adecuada para ese procesado es la fibra óptica. Lo mismo pasa con los wearables: si hay mucha gente con dispositivos y mandan muchos datos a una estación base, router, etc. hay que gestionar dicha información de manera eficiente porque el flujo total de datos es enorme. Hace falta un chip capaz de soportar y procesar todos los datos que se generen y se envíen en ambas direcciones”, apunta Capmany.

En el caso de las comunicaciones 5G, las zonas de cobertura serán más numerosas, pero más pequeñas. “Hará falta convertir las señales de varios usuarios/varios servicios y varias bandas de frecuencia que van a converger en la antena. El chip que hemos ideado permitirá responder a este reto presente y a otros futuros”, concluye Capmany.