Antonio Calvo: “La comunicación de la ciencia es fundamental para entender el mundo en el que vivimos”
Antonio Calvo es presidente de la Asociación Española de Comunicación Cientíifca (AECC). En esta entrevista, que tuvo lugar en el mítico café Gijón, durante más de una hora estuvimos hablando sobre la situación general de la ciencia en España, la cultura científica de la sociedad y la importancia de la comunicación y divulgación de la ciencia a todos los niveles.
¿Cómo ve usted el panorama actual de la comunicación de la ciencia en España?
Tenemos una mala noticia y una buena. Por un lado, el periodismo científico no es ajeno a la crisis del sector, que está en un momento muy complicado porque, además de la económica y publicitaria, el periodismo vive una crisis de identidad. Nadie sabe cómo van a ser los medios dentro de cinco años y eso provoca inestabilidad. Por otro lado, hay una tendencia a convertir todo el periodismo científico en información sobre descubrimientos, inventos… y escasea el periodismo sobre política científica… quizá porque no la hay. En la parte positiva, tenemos la divulgación científica. Cada vez se hace más y mejor, quizá porque sin necesidad de invertir mucho dinero puedes llegar a mucha gente.
¿Se transmite correctamente la ciencia en nuestro país?
En general, sí, si lo juzgamos por lo que llega a la población. Los científicos creen que las noticias deberían ser más ser más rigurosas, porque muchos piensan siempre en el quinto decimal. Y si divulgamos el quinto decimal mal vamos. Lo primero, lo más importante es que se entienda. También, los investigadores deben comprender que no cualquier artículo de Science o Nature es importante. Pero, más allá de todo eso, la información científica que leemos hoy en los medios es, en general, información de calidad.
Y dice que hay poca información sobre política científica
Echo de menos periodismo de política científica. Por ejemplo, que analice la situación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas o de las propias universidades. En general, los investigadores están sometidos cada vez a más burocracia… Con frecuencia cuesta más el collar que el perro. Se debería hablar más sobre estas cuestiones, del no retorno de nuestros investigadores. Porque el problema no es que se vayan –de hecho, creo que eso es imprescindible; el problema es que no vuelven… Los periodistas deberíamos ser más críticos con todo, también con la ciencia. A toda la sociedad le debe interesar si hay más o menos investigadores, cuál es su situación y su porvenir en este país, etc
¿Somos un país culto científicamente hablando?
Como los países de nuestro entorno. No hay como viajar para poner en contexto todo; por poner un ejemplo, en las televisiones, por la noche, no hay menos canales astrológicos en Alemania que aquí. Muchas veces se tiende al catastrofismo, a pensar lo mal que estamos, y no creo que ese sea el camino. Porque tampoco es la realidad.
¿Y los medios deben educar, deben contribuir a esa cultura científica?
Los medios no están para educar. Están para informar y para entretener. Lo de educar, incrementar la cultura, es resultado de nuestro trabajo. Digamos un beneficio colateral.
¿Cuál es la importancia hoy del periodista científico?
Es vital. Yo creo que el periodista científico es la estrella del periodismo, porque es el encargado de explicar a la sociedad el mundo en el que vive. No es posible que los ciudadanos tengan opinión o criterio sobre, por poner un ejemplo, el cambio climático o los organismos genéticamente modificados si no tienen información y conocimientos sobre ellos. Para entender el mundo en el que viven necesitan esa información. Y cuanto más requiera la sociedad esta información, más presión hará para saber más y, por tanto, en último término, para que se invierta más en ciencia
¿Y cree que al investigador se le facilita esta tarea?
En la Ley de la Ciencia se hablaba de la importancia de reconocer el esfuerzo del investigador por divulgar su conocimiento. Algo se ha avanzado, pero creo que no suficiente. Ese reconocimiento debe abarcar tanto el trabajo de divulgación que hace directamente como el de contraste, el que le sitúa como fuente del periodista.
El periodista científico no tiene que saber de todo: es más importante su agenda de contactos. Hay una relación directa entre la buena información que aparece en los medios y el tiempo que un investigador te haya dedicado. En la medida en que se reconozca este trabajo, se evitaría esas risas de colegas por que otros salgan en medios. El ejemplo más claro de que invertir en comunicación es rentable es Atapuerca… parece mentira que haya que explicarles eso a los científicos.
Quería acabar esta entrevista volviendo a hablar de política científica. Lo del pacto de estado por la ciencia es palabrería…
Lamentablemente no somos un país muy de pactos y a veces se piensa que quien pacta muestra debilidad. Sería imprescindible tener un pacto por la ciencia, pero si no lo hubo en época de bonanza, más difícil parece hoy, cuando los recortes han llegado donde han llegado.
Pero seguimos oyendo, aquí y allá, ese mantra de la importancia de cambiar el modelo…
Es muy fácil decir que hay que cambiar del ladrillo a la probeta. Pero luego no lo llevamos a cabo. Y eso requiere políticas a largo plazo. A mediados de los 80 hubo un despegue muy notable. En la medida en que se ponen recursos y esos continúan en el tiempo, eso da frutos. Por otro lado, tenemos un problema estructural en el hecho de que, comparativamente, hay demasiado porcentaje de investigación público y creo que sería imprescindible que hubiera más investigación –pública o privada- financiada con fondos privados.