Los frescos de San Nicolás lucen ya con todo su esplendor
«¡Viva la Capilla Sixtina valenciana!». Así, a través de este efusivo mensaje, felicitaba Gianluigi Colalucci -restaurador de la maravillosa obra de Miguel Ángel en la basílica de San Pedro-, a Pilar Roig, catedrática e investigadora de la Universitat Politècnica de València (UPV) y responsable de la impresionante restauración de los frescos de la Iglesia de San Nicolás de Bari y San Pedro Mártir de Valencia, cuya majestuosidad puede disfrutar ya cualquier visitante del templo ubicado en la histórica calle Caballeros de la capital.
El deslumbrante resultado, fruto de casi cuatro años de minuciosa e intensa intervención arquitectónica y pictórico-ornamental tanto en el interior como en el exterior de la iglesia, ha sido posible gracias a la extraordinaria labor de la UPV, a través de su Instituto de Restauración del Patrimonio, y el Arzobispado de Valencia, con la colaboración de la Fundación Hortensia Herrero.
Por magnitud y técnicas empleadas, considerada la restauración de mayor relevancia internacional de los últimos tiempos
La excepcional labor realizada -sus 1904 metros cuadrados restaurados superan de largo los 800 de la mundialmente reconocida basílica vaticana- ha sido considerada ya, tanto por la magnitud de la obra como por las técnicas empleadas, como la restauración más importante llevada a cabo a nivel internacional en la época reciente.
Gracias a ella, han quedado al descubierto los casi dos millares de metros cuadrados en los que el artista valenciano de finales del siglo XVII Dionís Vidal pintó sobre bóvedas, nervios y columnas el programa barroco concebido por Antonio Palomino.
Los trabajos, coordinados por el arquitecto Carlos Campos, han incluido, junto a la labor sobre las pinturas de la nave, la restauración de las capillas, fachadas y vidrieras del templo, además de la reconstrucción de cubiertas para proteger tanto el edificio como las pinturas.
Gran calidad técnica y belleza cromática
Para la ejecución del proyecto, el equipo del Instituto de Restauración del Patrimonio de la UPV llevó a cabo, en primer lugar, estudios previos durante cuatro meses. Posteriormente, empleó dos años para la intervención pictórico-escultórica y ornamental de bóveda, pilastras y paramentos de la nave central.
Esta labor permitió sacar a la luz el original de Dionís Vidal, unos frescos de gran calidad técnica y belleza cromática, incluyendo aspectos desconocidos de este conjunto, como la pintura mural situada sobre el dintel de la puerta oeste, que se encontraba totalmente revestida bajo una capa de cal y que ahora se ha recuperado en su totalidad, de igual modo que la obra escultórica de Pérez Castiel, ángeles, rocalla y elementos decorativos volumétricos.
Aplicados los últimos avances tecnológicos en el campo de la restauración
Para la recuperación de los frescos, el equipo de la UPV ha utilizado los últimos avances tecnológicos aplicados al campo de la restauración, como rayos láser -para la recuperación de zonas más resistentes a la limpieza-, ultravioletas e infrarrojos -que han permitido comprobar si había repintes o no-, microemulsiones y geles quelantes.
A su vez, ha llevado a cabo también tratamientos de biolimpieza consistentes en la aplicación durante cuatro horas de una solución bacteriana sobre papel japonés a una temperatura de 25 grados que aseguraba la correcta actividad metabólica de las bacterias en las zonas donde se habían detectado colas de gelatina.
Asimismo, cabe destacar que, en todo el proceso de restauración, los investigadores de la UPV han aplicado técnicas para la conservación preventiva y el mantenimiento de los frescos mediante el uso de sensores para controlar la temperatura y la humedad en el interior del templo. Tras la finalización de la intervención, estos sensores han quedado instalados en la parroquia de cara a contribuir a ese mantenimiento preventivo.
Intervención arquitectónica
Complementando la restauración, el Instituto de Restauración del Patrimonio UPV ha realizado una exhaustiva intervención arquitectónica con el objetivo de dotar al templo de unas condiciones de estanqueidad al agua y control térmico que permitan una idónea conservación interior, además de la restauración de todos los daños estructurales que presentaba la bóveda.
Asimismo, se ha intervenido también en los ventanales de la nave, dotándolos de un accionamiento eléctrico que mejora tanto la ventilación de la iglesia como la conservación de los frescos, y se ha sustituido la iluminación que existía por un sistema de lámparas led que no supone una distorsión de los colores de la pintura.
Junto a todo ello, destaca también la recuperación de la decoración barroca de los arcos formeros del templo, que confieren ahora una sensación de continuidad visual en el interior del templo.
Asesoramiento de Gianluigi Colalucci
La intervención llevada a cabo ha contado con el asesoramiento de Gianluigi Colalucci, restaurador de los frescos de Miguel Ángel de la Capilla Sixtina y doctor honoris causa por la UPV, quien en una visita reciente al templo valenciano (cuya evolución ha seguido con gran implicación) destacó el «excelente trabajo llevado a cabo. Antes de la restauración, era imposible ver prácticamente nada. Sin embargo, el trabajo realizado ha puesto al descubierto una riqueza cromática exquisita que va a convertir a esta iglesia en un lugar mucho más visitado tras este proyecto».