La quema de la paja del arroz en campo, en condiciones mínimas de humedad
En el caso de quemar la paja del arroz, la quema en campo debería hacerse después de permitir su secado y en condiciones mínimas de humedad, para reducir así los niveles de emisiones contaminantes derivados de la misma. Así se extrae de un estudio desarrollado por investigadores de la Universitat Politècnica de València y el Área de Seguridad Alimentaria de FISABIO-Salud Pública, cuyas conclusiones se han publicado en la revista Atmospheric Environment.
En su trabajo, los investigadores cuantificaron los niveles de emisiones contaminantes derivados de la quema de la paja del arroz, en tres escenarios distintos en función de la humedad del producto: 5%, 10% y 20% de humedad. Para ello llevaron a cabo cuatro pruebas de quema por nivel de humedad, en una cámara controlada ubicada en el Instituto de Ciencia y Tecnología Animal de la UPV.
Según apunta Salvador Calvet, investigador del ICTA de la UPV, al 20% de humedad la paja tarda el doble de tiempo en quemarse que al 5%, y emite mayor cantidad de dióxido de carbono (CO2). En concreto, para una humedad del 20% emite un total de 835 gramos de CO2 por cada kilo de paja frente a los 776 gramos de la paja con un 5% de humedad.
Asimismo, el estudio destaca el incremento notable de partículas en suspensión –“es la sensación de humo”, apunta Calvet- en la combustión de la paja más húmeda respecto a la más seca. Dichas partículas llegan a multiplicarse por cuatro. Y algo similar ocurre con los hidrocarburos aromáticos policíclicos, algunos de los cuales pueden multiplicarse hasta por 6. Otros estudios han demostrado que los hidrocarburos aromáticos policíclicos pueden tener efecto tóxico o cancerígeno en caso de llegar a la población en elevadas concentraciones.
“Quemar la paja puede que no sea la mejor alternativa; de hecho lo ideal sería no quemarla y darle un uso alternativo. Y si hay que quemar, lo mejor sería hacerlo en una instalación de combustión, lo que permitiría aprovechar la energía, reduciendo al mismo tiempo la contaminación. Pero si no hay otra alternativa que quemar en campo, hay que intentar que la paja tenga la menor humedad posible, y evitar las condiciones climatológicas que dirijan el humo de la quema a las poblaciones”, apunta María Cambra, coautora del estudio e investigadora también del Instituto de Ciencia y Tecnología Animal de la UPV.
En su trabajo, los investigadores de la Politécnica de València y FISABIO-Salud Pública inciden en la necesidad de impulsar nuevas iniciativas que permitan mejorar la gestión de la paja de arroz, “para evitar precisamente la quema en campo abierto”.
“El principal problema reside en la dificultad a la hora de extraer el material de los campos: estos suelen ser pequeños, con un grado variable de humedad o encharcamiento que dificulta la extracción. Además, retirar la paja del campo es más caro que quemarla o incorporarla al suelo, con lo que pocas alternativas le quedan al arrocero”, apunta Salva Calvet.
“Durante la combustión de la paja del arroz pueden emitirse diversos contaminantes como son las dioxinas, los hidrocarburos aromáticos policíclicos o metales al aire ambiente, pudiendo producir efectos perjudiciales sobre la salud de la población. Este estudio investiga estrategias que minimizan estas emisiones a la atmósfera, protegiendo así la salud pública” añade la Dra. Clara Coscollà, investigadora de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (FISABIO).
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