Presente y Futuro de la Albufera de Valencia
Miguel Jover Cerdá.
Catedrático e investigador del Instituto Universitario de Ciencia y Tecnología Animal. Representante de la UPV en la Junta Rectora del Parque Natural.
La Albufera de Valencia está enferma, aunque tras la reducción de los graves impactos que sufrió a finales del s. XX no existe riesgo de muerte inminente, pero su futuro es incierto y a la vez esperanzador si los valencianos nos concienciamos.
Se trata de un entorno natural profundamente complejo y transformado a lo largo de su historia por las actividades antrópicas; que fue declarado Parque Natural en 1986, y que tiene un gran reconocimiento nacional e internacional (RAMSAR, Área ZEPA, Red Natura 2000, BIC de la Pesca Artesanal y Vela Latina, SIPAM-FAO, y actualmente en proceso de Reserva Biosfera UNESCO) que debería garantizar su protección, pero que lamentablemente no lo ha hecho.
El futuro de la Albufera pasa por la mejora de la gobernanza y de la gestión de las actividades productivas y de ocio, por la eliminación total de los vertidos, por la recuperación de la calidad de agua, por la adecuada gestión de los sedimentos del fondo y de los caudales de ingreso, y todo ello depende de la presión de la sociedad civil sobre las administraciones para que cumplan sus promesas y compromisos.
La Junta Rectora del Parque Natural de la Albufera, órgano colegiado de carácter consultivo no vinculante (Decreto 52/2019), reúne bajo la Presidencia de la Conselleria de Medio Ambiente a las tres administraciones que tienen competencias directas en el Parque Natural de la Albufera: el Ayuntamiento de Valencia como dueño del Lago; la Generalitat Valenciana, responsable de la gestión ambiental y los aprovechamientos; y la Confederación Hidrográfica del Júcar, responsable del suministro agua, junto a los ayuntamientos de los pueblos ribereños y otras instituciones de la sociedad civil valenciana que desarrollan actividades económicas, viven o simplemente disfrutan del Parque Natural. Dicha Junta Rectora debería tener más protagonismo en las decisiones.
Las actividades tradicionales en la Albufera de Valencia han estado en equilibrio con el entorno natural durante siete siglos, y tan solo el desarrollismo urbano e industrial del siglo XX produjo el desastre ambiental, por lo que es obligación de los valencianos recuperar su situación. Para ello, lo primero sería finalizar los proyectos de mejora de infraestructuras pendientes (dragado de las acequias Sequiota y Reina, puesta en marcha de los tanques de tormenta, desdoblamiento de vertidos y aguas pluviales, construcción de un nuevo colector Oeste y una nueva depuradora o ampliación de la de Pinedo, adecuación de la red de acequias para garantizar un adecuado aporte de agua invernal) y también garantizar la dotación de agua, la actualización de la normativa (PORN y PRUG) y la gestión de los sedimentos del lago y de la paja del arroz, entre otros.
Además del incremento de caudales por la modernización de los regadíos, existe un recurso hídrico infrautilizado, el agua regenerada en la EDAR de Pinedo, que si bien se utiliza en parte para el riego de los arrozales en la zona norte del lago, podría utilizarse durante el invierno pasando por los campos inundados a modo de filtro verde.
En la actualidad se están tramitando el PORN y PRUG, que deberían aprobarse consensuadamente para satisfacer las legítimas aspiraciones de la población de suelo urbanizable y generar unas vías de acceso adecuadas al s. XXI.
Asimismo, es necesaria una actualización de la cantidad de sedimentos del lago, y un debate serio sobre su gestión, pues en la situación actual parece imposible la recuperación de la transparencia del agua, la vegetación acuática y las poblaciones de micro crustáceos y peces.
La gestión de la paja del arroz es otro gran problema en el Parque Natural, que requiere un análisis científico y económico, estudiando alternativas para su destino (alimento del ganado, material para la construcción, producción de energía, producción de bioproteína, etc) y su quema ordenada en los tancats, evitando su podredumbre en los campos y facilitando la lucha contra las plagas.
Mientras tanto, además de exigir a las Administración las medidas adecuadas para la recuperación, es importante la educación de los jóvenes, que conozcan la Albufera y la valoren, y la difusión nacional e internacional del entorno de la Albufera, fomentando un turismo ambiental, agrícola, pesquero y gastronómico ordenado, y por supuesto algo sencillo y al alcance de todos los valencianos, valorar los productos tradicionales de la Albufera, el arroz y el pescado, pero pagando precios justos a agricultores y pescadores que permitan mantener estas actividades artesanales, generando riqueza, empleo y permitiendo desarrollar medidas compatibles con el medio ambiente.