¿Cómo debe diseñarse un carril bici seguro?

02/10/14

biciInvestigadores de la Universitat Politècnica de València han desarrollado un estudio para determinar la influencia de las características del carril bici en la seguridad vial de los ciclistas.

Entre sus conclusiones, que se publicarán próximamente en la revista The Scientific World Journal, el estudio destaca que en los carriles bici cuyo ancho es inferior a 1,7 metros las maniobras de cruce entre bicicletas que circulan en sentidos opuestos son conflictivas.

“La separación entre las bicis es muy reducida, especialmente si en los bordes del carril se han dispuesto setos o vallas. En estas maniobras, hasta el 35% de los ciclistas se ven obligados a dejar de pedalear o incluso a frenar, algo que no se produce en carriles más anchos o delimitados por elementos de menor altura, como los bordillos”, señala Alfredo García, responsable del estudio y director del Grupo de Investigación en Ingeniería de Carreteras (GIIC) de la UPV.

Por el contrario, el trabajo concluye que si no se disponen elementos de separación entre las aceras y los carriles bici, la frecuencia con la que los peatones y ciclistas entran en conflicto se duplica, y el número de peatones caminando por el carril bici se multiplica por seis.

“De todos los conflictos, el que presenta mayor frecuencia es el peatón cruzando de forma inesperada lejos de un paso de peatones. Además, disponer aparcamientos en línea de forma paralela al carril bici genera problemas por la apertura de puertas invadiendo el espacio del ciclista”, apunta Antonio Ángel, otro de los investigadores participantes en el proyecto.

Gracias a los resultados obtenidos en este estudio, se conoce con mayor detalle qué criterios deben tenerse en cuenta para el diseño de vías ciclistas seguras.

Pruebas

Para desarrollar el estudio, los investigadores de la UPV escogieron seis carriles bici representativos de la ciudad de Valencia, con características geométricas variadas. Entre otros, el estudio analizó algunos de los carriles bici con mayor volumen de tráfico, como los de la Avenida de Tarongers, el de la Avenida de Blasco Ibáñez o el de la Avenida del Puerto.

Los investigadores recorrieron los carriles bici mediante una bicicleta equipada con GPS, cuatro cámaras de video, y medidores de velocidad y distancia. Las cámaras de video registraban todo lo sucedido en el entorno de la bicicleta.

Durante el experimento, el ciclista registraba mediante otro dispositivo la ocurrencia de conflictos y valoraba la gravedad de los mismos de forma subjetiva. Además, en el caso de cruces con bicicletas en sentido opuesto, se midió la separación entre ambas bicicletas y la velocidad relativa. Según destaca Carlos Llorca, investigador del GIIC, es la primera vez que se mide la velocidad con la que se cruzan las bicicletas.

La bicicleta instrumentalizada circuló a velocidades normales sin que su presencia fuera advertida, durante más de 10 horas. Con esta metodología se estudiaron más de 300 cruces entre bicicletas y más de 600 conflictos entre bicicletas y otros usuarios.

“Este es uno de los primeros estudios basados en observaciones reales desde una bicicleta que se han realizado en España, y el primero realizado en carriles bici separados del tráfico motorizado. Entre sus conclusiones, destaca que el 71% de los conflictos son causados por peatones, mientras que los vehículos a motor participan en el 18% de los mismos”, destaca el profesor Alfredo García.

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