Regular la Inteligencia artificial es una necesidad, pararla un problema añadido
Alberto Conejero (IUMPA-UPV), Sergio Hoyas (IUMPA-UPV) y Francesca Larosa (KTH Royal Institute)
En la apertura del Foro Económico Mundial en Davos de este año, el Secretario General de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, transmitió un mensaje preocupante de que “estamos coqueteando con un desastre climático” y que “cada semana trae una nueva historia de horror climático”. Los datos justifican estas afirmaciones: en 2022, las pérdidas globales debido a desastres naturales ascendieron a 270 mil millones de dólares, y los costos de adaptación a los cambios actuales y proyectados ya se estiman en alrededor de 300 mil millones de dólares al año para 2030. Los científicos están llamando a un cambio en la narrativa: es una cuestión de urgencia y aplazarlo más no es una opción viable.
Existe, por tanto, una necesidad apremiante de detener las emisiones de gases de efecto invernadero e invertir en planes de adaptación, y la emergencia climática requiere tres acciones simultáneas y rápidas para tener éxito: operacionalizar la investigación, democratizar el conocimiento y desarrollar políticas integrales. Estas tres acciones pueden beneficiarse del desarrollo, implementación y ampliación de herramientas de inteligencia artificial (IA) bien reguladas. Los recientes llamados a pausar el progreso en los modelos de IA más poderosos que GPT-4 y las acciones para detener su uso, así como las discusiones políticas en curso, estimulan reflexiones sobre los impactos de estas advertencias y demandan una mayor problematización, especialmente considerando sus aplicaciones para resolver grandes desafíos sociales como el cambio climático.
Por tanto, nuestra opinión, que desarrollamos en nuestro artículo publicado en Nature Climate Change, https://www.nature.com/articles/s41558-023-01686-5, es que la emergencia climática es el mayor desafío de la humanidad. La ciencia es clara: los impactos del calentamiento global, los cambios en las precipitaciones, el aumento del nivel del mar y los eventos extremos se propagarán por todos los sectores de la sociedad. La pérdida de biodiversidad conlleva impactos directos en la salud humana. La incapacidad de adaptarse a las nuevas condiciones climáticas tiene serias implicaciones sociales en términos de mortalidad, oferta de trabajo, demanda de energía y productividad económica, exacerbando tensiones y conflictos y obligando a millones de personas a migrar. La falta de mitigación del cambio climático con políticas creíbles y oportunas desencadena tensiones geopolíticas, ya que la seguridad energética se convierte en una preocupación primordial en un mundo dependiente de los combustibles fósiles.
Los avances en los LLM (modelos de lenguaje de gran tamaño) y la PNL (procesamiento del lenguaje natural) pueden acelerar y ampliar las acciones climáticas urgentes e integradas a corto plazo. Además, aunque el entrenamiento de estos sistemas llevan un gasto energético importante también, sus beneficios son mucho más importantes que su consumo. Es importante decidir las reglas y procedimientos adecuados para regular las tecnologías de IA. Pedimos un debate más amplio, basado en la ciencia y holístico, adaptado a todas las ramas de la ciencia a las que podría afectar una interrupción. Esta pausa solo pospondría este debate y no se abordarían las causas fundamentales de estas preocupaciones.