El error estratégico de recortar en cambio climático y transición ecológica en la Comunitat Valenciana

28/03/25

jose vicente oliver

José Vicente Oliver

Catedrático de Universidad. Director del Grupo de Investigación TICs contra el Cambio Climático. Universitat Politècnica de València

La Comunitat Valenciana se encuentra en una encrucijada climática, económica y social. Con un territorio especialmente vulnerable al cambio climático, golpeado por olas de calor, sequías, inundaciones e incendios forestales recurrentes, las políticas medioambientales no son un lujo, sino una necesidad estratégica. Sin embargo, el Consell de la Generalitat Valenciana ha anunciado un recorte del 25% en el presupuesto destinado a la transición ecológica y un 6,4% en la lucha contra el cambio climático, que se suman a los ya sufridos en los anteriores presupuestos. Esta decisión no solo es un grave error estratégico, sino que compromete el futuro de la Comunitat, la competitividad económica de sus empresas y la calidad de vida de toda la población.

El coste de no actuar

A pesar de las campañas negacionistas, el cambio climático no es una amenaza abstracta. En la Comunitat Valenciana, las temperaturas medias han subido 1,5 °C en los últimos 50 años, las lluvias son cada vez más irregulares y fenómenos extremos como hemos sufrido con la DANA o las olas de calor son y serán más frecuentes, incluso en los escenarios climáticos más conservadores. Reducir el presupuesto en mitigación y adaptación climática significa menos inversión en prevención, lo que conllevará costes mucho más elevados en el futuro. Y ahí tenemos el ejemplo más reciente de los impactos de las inundaciones derivadas de la DANA del 29-O, cifrados por la propia Vicepresidencia para la Recuperación Económica y Social del Consell en 18.000 millones de euros. En lugar de reforzar ecosistemas e infraestructuras resilientes, urbanismo y construcción sostenibles y sistemas de drenaje urbano, los recortes anunciados ponen en riesgo la capacidad de respuesta ante estos fenómenos.

Catástrofes naturales más allá de la DANA

La sociedad valenciana está ya muy concienciada por los impactos de las inundaciones tras la catástrofe de hace cinco meses. Sin embargo, al riesgo de inundaciones también hemos de sumar el mayor riesgo de incendios forestales por falta de gestión preventiva en el territorio. No apostar decididamente por la revitalización de la actividad agrícola ni por la gestión forestal sostenible en nuestros montes, de forma especial en la interfaz urbano-forestal, agravará todavía más el riesgo sobre ecosistemas y biodiversidad, pero también sobre vidas humanas. Un 60% del territorio valenciano es zona forestal, y gran parte está en alto riesgo de incendio. La sequía extrema, junto con el abandono de la actividad agrícola y ganadera y la falta de gestión forestal, provoca la acumulación de biomasa inflamable sin discontinuidad, lo que puede desembocar en incendios descontrolados de gran magnitud. En lugar de invertir más en prevención, futuros recortes ponen todavía más en peligro la capacidad de respuesta ante una amenaza que cada año de inacción es más grave. Son nuestros expertos y bomberos forestales los que vienen pidiendo continuamente más recursos públicos en prevención.

Una decisión que frena el empleo y la innovación

Recortar en transición ecológica y energética es también recortar en oportunidades económicas. Según datos del IVACE, el sector de las energías renovables y la eficiencia energética genera ya más de 20.000 empleos en la Comunitat Valenciana, con gran potencial de crecimiento con más de 40.000 empleos para 2030, según estimaciones de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA). Con los fondos europeos disponibles para la transición verde, reducir la inversión en este sector podría hacer que la Comunitat pierda competitividad frente a otras regiones que sí apuestan por un modelo sostenible. Además, desde el recorte previo en los anteriores presupuestos, la Generalitat ha ido reduciendo la inversión en infraestructuras estratégicas, afectando directamente proyectos de movilidad sostenible, energías limpias y rehabilitación energética de edificios. Esto no solo retrasa la modernización del tejido productivo valenciano, sino que también tiene un impacto negativo en la atracción de inversiones y en la creación de empleo.

Un golpe a la independencia energética y la estabilidad económica

La dependencia de los combustibles fósiles es un problema crucial a nivel económico y geopolítico. La crisis energética de los últimos años ha demostrado que depender del gas y el petróleo importados hace que los precios energéticos sean impredecibles, afectando tanto a las familias como a las empresas. La solución es clara: más inversión en energías renovables. Sin embargo, con los recortes anunciados, la Comunitat Valenciana da un paso atrás en su transición energética, dejando escapar la oportunidad de reducir su factura y su vulnerabilidad ante crisis internacionales, precisamente en el momento más incierto en el orden internacional de las últimas décadas.

Actualmente, solo el 35% de la energía consumida en la Comunitat Valenciana proviene de fuentes renovables, una cifra insuficiente para cumplir con los objetivos de la UE y del propio Plan Valenciano de Energía y Cambio Climático (PVIECC 2030). Menos inversión en este ámbito significa retrasos en la instalación de parques fotovoltáicos y eólicos, desarrollo e integración de energías térmicas renovables (solar térmica, bioenergía, geotermia, aerotermia), así como en el desarrollo de tecnologías clave para el futuro de sectores industriales estratégicos en nuestra tierra, como el almacenamiento energético y el hidrógeno verde.

Consecuencias para la salud y la calidad de vida

El impacto de los recortes en políticas medioambientales no es solo económico: también afecta directamente a la salud de la población. La contaminación del aire en nuestras ciudades, fundamentalmente derivada del tráfico rodado, ya supera regularmente los límites recomendados por la OMS, lo que se traduce en miles de muertes prematuras al año y un aumento en enfermedades respiratorias, cardiovasculares y mentales. Además, reducir la inversión en sostenibilidad significa menos fondos para crear espacios verdes urbanos, mejorar la gestión del agua y fomentar la movilidad sostenible. Todo esto perjudica la calidad de vida de todo el pueblo valenciano y conlleva un aumento de los costes sanitarios a medio y largo plazo.

Recortar en cambio climático y transición ecológica es hipotecar el futuro

La decisión del Consell de reducir el presupuesto en cambio climático y transición ecológica no responde a una lógica de eficiencia, sino a una visión cortoplacista, condicionada por una situación política puntual, que ignora los desafíos estructurales que enfrenta la Comunitat Valenciana. La transición ecológica no es un capricho ni una moda alarmista, sino una inversión estratégica que genera valor añadido y empleo, reduce riesgos y mejora la calidad de vida y la salud pública. Apostar por la sostenibilidad significa fortalecer la economía, reducir la vulnerabilidad energética y prepararse para un futuro en el que las regiones que lideran la transformación ecológica y energética ya son las más competitivas.

Si la Generalitat sigue recortando en este ámbito, no solo pondrá en peligro el cumplimiento de los compromisos y objetivos climáticos a nivel nacional, europeo e internacional, sino que también hará que la Comunitat Valenciana pierda una oportunidad histórica para posicionarse como un referente en innovación y sostenibilidad, perjudicando a las empresas valencianas que emergen y van alcanzando mayor competitividad en los sectores de las energías renovables, eficiencia energética y construcción sostenible, movilidad sostenible,  materiales alternativos, gestión de residuos y economía circular, agricultura ecológica, agua y gestión de recursos naturales, sector financiero y mercados de carbono, así como tecnologías avanzadas y digitalización para la sostenibilidad y contra los impactos del cambio climático. En tiempos de crisis climática, la respuesta no es retroceder, sino avanzar con determinación.