La IA ya no es moda, es rutina


Vicente Pelechano Ferragud. Director Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática
Durante años, hablar de inteligencia artificial evocaba un futuro lejano. Era un concepto rodeado de ciencia ficción, laboratorios secretos y términos técnicos difíciles de entender. En muy poco tiempo, casi sin darnos cuenta, la IA ha dado el salto definitivo de los congresos científicos a nuestras conversaciones cotidianas, de los prototipos de laboratorio a las herramientas de uso diario. Ya no es tendencia, es parte de la vida.
Los datos lo confirman. Según el último estudio del CIS, casi toda la población adulta en España ha oído hablar de herramientas de inteligencia artificial como ChatGPT o Copilot. Pero lo realmente interesante no es solo que sepamos que existen, sino cómo las estamos incorporando a nuestra vida diaria. Un 41% de quienes conocen estas herramientas ya ha usado ChatGPT en el último año, y de ellos, una parte nada desdeñable —casi la mitad— lo hace de forma habitual, varias veces por semana o incluso cada día. Es decir: hablamos con la IA, le pedimos ayuda, la usamos para trabajar, estudiar o resolver dudas cotidianas. La inteligencia artificial ha pasado de ser una curiosidad tecnológica, a convertirse en algo tan cotidiano como abrir el navegador o escribir un mensaje. Ya no es una moda. Es parte de la rutina.
Vivimos, por tanto, una transición silenciosa pero profunda. La IA se ha instalado en nuestros hábitos antes de que hayamos podido comprenderla del todo. Antes incluso de que sepamos exactamente cómo funciona, cómo nos afecta o quién la controla. Esta nueva normalidad tecnológica plantea preguntas urgentes que no pueden quedar sin respuesta: ¿Estamos preparados para convivir con sistemas que aprenden, deciden o generan información? ¿Quién garantiza que su uso será justo, transparente y ético? ¿Y cómo podemos formar a una ciudadanía capaz de aprovechar su potencial sin caer en la dependencia o el conformismo?.
La universidad tiene un papel decisivo ante este nuevo escenario. No podemos limitarnos a enseñar a programar algoritmos. Tenemos la responsabilidad de formar a una nueva generación que comprenda los fundamentos técnicos de la inteligencia artificial, sí, pero también su dimensión social, ética y política. Necesitamos profesionales que sepan construir sistemas útiles, pero también ciudadanos que se pregunten para qué sirven, a quién benefician y qué riesgos entrañan.
Conscientes de esta realidad, en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática hemos apostado por impulsar uno de los primeros grados universitarios en Inteligencia Artificial de España. Un programa que va más allá de la técnica, que entiende la IA como fenómeno transformador y no como herramienta aislada. Nuestro objetivo no es preparar únicamente a ingenieros, sino a agentes del cambio: personas capaces de dialogar con la sociedad, trabajar con datos de forma responsable, diseñar tecnología con sentido, y asumir el compromiso de anticipar los efectos de sus decisiones.
Si algo ha revelado este estudio del CIS es que la inteligencia artificial ya no es cosa de unos pocos. Forma parte de nuestras decisiones diarias: desde cómo escribimos correos hasta cómo nos informamos, desde cómo aprendemos hasta cómo imaginamos el futuro. Y si la IA se ha vuelto cotidiana, también debe volverse cotidiana la reflexión sobre ella.
No podemos permitirnos una sociedad que use inteligencia artificial sin entenderla. Tampoco una educación que forme técnicos sin pensamiento crítico. La IA no es solo una revolución tecnológica. Es, sobre todo, una cuestión humana. Y cuanto antes lo asumamos, mejor preparados estaremos para construir un futuro más justo, inclusivo y consciente.

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