Francisco Pérez: La incorporación de titulados superiores a las empresas es clave; sin ello es absolutamente impensable que vayan a apostar por la I+D.
España suspende en inversión empresarial en I+D. ¿Cómo afecta esta realidad a la competitividad de nuestra economía?
El bajo nivel tiene relación con dos factores: la especialización productiva y el tamaño de las empresas. En España predominan las microempresas y su peso en el empleo y en la producción es mucho mayor que en otros países. Esto es decisivo porque las empresas invierten en I+D cuando, por sus características y actividad, la ven como una actividad necesaria. Por ello, las cifras en nuestro país crecerán al mismo tiempo que vaya cambiando el perfil de las empresas y composición del tejido productivo. Hay empresas que ya están cambiando; es posible que reorientar su actividad hacia productos o servicios más intensivos en conocimiento les haga ver más rentable la inversión en I+D.
Hablemos en concreto del sector empresarial valenciano. Su particular estructura se ha utilizado muchas veces como argumento para justificar una mayor dificultad para apostar por la I+D. ¿Está usted de acuerdo?
En la Comunidad Valenciana es más difícil porque los problemas derivados de la especialización y del tamaño de nuestras empresas se acentúan más, si cabe. Es verdad que se están produciendo avances en la incorporación de capital humano altamente cualificado, pero aún nos queda mucho camino para equipararnos a comunidades como el País Vasco, Madrid o Cataluña. Nos movemos en un mercado mundial en el que la producción está cada vez más fragmentada: el reto, por tanto, reside en determinar en qué tareas queremos ser referentes, en qué queremos especializarnos. Esto se observa incluso en compañías en las que la componente tecnológica es muy importante, por ejemplo Ford, que está incorporando ingenieros para fabricar pero no para asumir en su planta de aquí actividades de I+D.
La incorporación de nuevos empresarios y directivos con más formación es clave…
Para incorporar a las empresas los factores que están directamente ligados al conocimiento es muy importante la sensibilidad de quien toma las decisiones. Pero hay que ir subiendo peldaños y en esa escalera la incorporación de titulados superiores a las empresas es clave; sin dar ese paso es imposible pensar que las empresas vayan a apostar directamente por la I+D. Asimismo, es muy difícil imaginar que haya una comunicación fluida entre la empresa y el sistema de I+D+i si en la primera no hay personas que valoren el conocimiento. Y aquí hemos avanzado mucho: hace veinticinco años había ocho veces menos titulados universitarios trabajando. Ahora hay muchas más personas con formación superior, si bien es cierto que todavía existe un déficit notable en el caso de los empresarios, donde esta evolución se produce a un ritmo más lento.
Y si hablamos de la inversión pública en I+D, ¿qué opinión le merece las políticas que desde la Administración se están llevando a cabo?
La situación financiera del sector público es muy negativa, porque ha habido una caída de ingresos fiscales enorme. Una pregunta importante es si algunos gastos –como los de I+D- deberían ser protegidos y la respuesta es que sí, pero se trata de una tarea muy complicada, porque la presión sobre todos los gastos importantes está presente.
El problema de la caída de la inversión en I+D es que muchos procesos de formación de equipos y desarrollo de proyectos a largo plazo se vean afectados. Debería hacerse un esfuerzo por preservar el gasto y definir un escenario que permita conservar lo importante en pro de la eficiencia. Las consecuencias que esto está teniendo para los científicos e investigadores más jóvenes son muy negativas, para ellos y para el futuro de nuestro sistema.
En la actual coyuntura, son muchas las voces que insisten en la importancia del trabajo conjunto entre nuestras universidades y el sector empresarial. ¿Hasta qué punto su colaboración puede contribuir a la recuperación económica?
Es un tema muy importante pero de medio-largo plazo. La recuperación del crecimiento se puede ver favorecido en algún caso concreto por la relación entre la empresa y la universidad, pero en general no será esta la cuestión. Lo que pasa es que muchas empresas tienen que basar su competitividad a medio plazo en recursos de base tecnológica y en conocimiento y el acceso a los mismos en buena medida depender de la universidad. La universidad y la empresa se tienen que hablar continuamente.
A finales de julio publicaban ustedes un nuevo ránking sobre las universidades. ¿Cuáles son los principales puntos fuertes y débiles identificados en este ránking de nuestras universidades?
El sistema universitario español ha mejorado en los últimos tiempos, desarrollando sobre todo con mucha más intensidad que en el pasado la actividad investigadora y permaneciendo todavía atrasado en transferencia tecnológica. En el ranking contemplamos todas las actividades y encontramos que las mejores universidades suelen ser buenas en docencia e investigación. En transferencia, en cambio, la heterogeneidad es mayor, sobresaliendo las politécnicas. Hay un grupo de universidades que aparecen regularmente entre las mejores, tanto en investigación como en docencia, y en algunos casos en transferencia, que están localizadas en Madrid, Barcelona y Valencia.
En el encuentro del Banco de Patentes de la Generalitat Valenciana celebrado a finales del mes de junio, el número de empresas asistentes no fue muy elevado. ¿Está alejado el sector empresarial de la investigación universitaria?
Aquí hay un indicador muy relevante: ¿cuántas empresas tienen contactos, proyectos con los grupos de investigación de universidades? ¿Cuántos grupos de investigación tienen contacto con empresas? En ambos casos son un porcentaje pequeño. Queda muchísimo camino por hacer; el esfuerzo de aproximación se tiene que dar desde los dos lados: es responsabilidad de las universidades e investigadores mostrar las posibilidades en este terreno, darse a conocer a las empresas.
Acabemos con un diagnóstico de la economía valenciana: ¿indicios de recuperación?
De momento el indicio más claro de carácter positivo es la mejora del sector exterior; las consecuencias que eso está teniendo son positivas para frenar el deterioro y también está siendo positiva la evolución del turismo. En otros aspectos, como el desempleo o la corrección de los desequilibrios financieros los problemas siguen siendo muy graves y es importante que se pueda comenzar a observar que se puede frenar el deterioro para que el pesimismo se vaya corrigiendo. Para volver a crecer primero hay que dejar de caer y ahí es donde estamos más bien: se frena la caída y ojalá después venga la recuperación. Pero el camino que queda es largo y es muy importante que se sepa en qué orden se cubrirán las etapas para no desanimarse: comenzar a crecer primero en producción y luego crecer lo suficiente para que se cree empleo y eso estimule el consumo y la inversión.
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